martes, 27 de noviembre de 2012

Paisajes brumosos






 Aquí podéis ver los paisajes en los que transcurrió la infancia de Mauricio Astana. Los recuerdos de la niñez se convierten en un territorio mítico, en el que la realidad ofrece unos contornos borrosos. Las dos primeras fotos muestran la presa,lugar donde el agua cristalina del río Mundo queda estancada por un pequeño muro de hormigón. En los años más remotos de ese pasado que afluye a su memoria no era el lugar predilecto para los baños pero con el paso de los años ha ido  ganando protagonismo hasta convertirse en un remanso de paz donde la luz adquiere cualidades especiales. Este lugar tranquilo ofrece una vista espectacular de Liétor que aparece en la lejanía colgado de una gran roca caliza por cuyas entrañas corren cuevas misteriosas. La tercera imagen es la del patio de casa de la abuela Agustina. Que decir de este lugar, sino que es de donde todo surge y donde todo parece acontecer con un ritmo lento y pausado. Conversaciones entrecortadas por el sonido de las lechuzas, desayunos con torta de sardina viendo como la luz incierta de la mañana baña la umbría, momentos de ensimismamiento observando el manto diáfano del cielo cubierto de estrellas. Ese patio, un lugar que apenas ocupa un lugar diminuto en este mundo de grandes gestos ha sido el escenario del desarrollo de unas vidas anónimas pero vibrantes de energía. Cuando la incertidumbre me acosa, cuando el sinsentido parece  imponerse , mi mente vuela hacia ese lugar para sentirse arropada por el equilibrio que ofrecen las cosas pequeñas que constituyen mi vida.

2 comentarios:

  1. El patio de mi casa es el lugar de nuestras infancia. Recuerdos compartidos, emociones vividas, amistades renovadas y momentos inolvidables. Todo ello con la presencia constante de las montañas y el río mundo que nos acogen y nos hacen sentir felices por tener un lugar tan maravilloso al que siempre podemos volver, aunque sólo sea con nuestro pensamiento.

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  2. Aparecen en mi memoria estas imágenes de vuestro patio, y lo que más recuerdo es el bullicio de la familia, esa banda sonora de alegría que envuelve a vuestra familia, y en la que tuvimos un pequeño hueco los veranos que os visitamos. Cada vez que fuimos a pesar de ser las mismas personas ya no eramos iguales, diferentes inquietudes y cada día menos inocencia, pero nuestra esencia se quedó en aquellas paredes, en aquellas calles, y en las personas con las que compartimos algunos días, mirar atrás viendo estas imágenes me invita a sonreír, y recordar buenos momentos. La verdad es que una de las cosas que más me gusta del libro es como se abren las puertas de vuestra casa y el resto de la gente pueda conocer lo que otros ya sabemos y vivimos, ver como disfrutabais compartiendo todo lo que tan felices os hacia, vuestro Lietor y vuestra gran familia.

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